Como complemento de una respuesta a uno de los comentarios de aquí he decidido publicar una nueva entrada dada la extensión que estaba alcanzando la mencionada respuesta. Con objeto de argumentar mi posicionamiento relativo al tema de referencia he creído conveniente exponer algunas vivencias personales como demostración del nivel de interiorización de todo aquello relativo a la confidencialidad, privacidad, intimidad, etc.. A todo este conjunto de aspectos le podríamos llamar “libertad individual”.
Dicho esto, decir que soy un defensor convencido de la libertad individual y de la privacidad de cada uno. Como anécdotas (ni por asomo habían LOPD's ni afines y por supuesto no tenía ni la más mínima idea de que iba a ser de mayor) totalmente reales contar que:
- El día de la primera comunión (1981) teníamos que confesarnos, dejando de lado los aspectos religiosos que no vienen a cuento, ni se me pasó por la cabeza contarle nada a aquel pobre hombre. No sé muy bien como me lo monté para saltarme el turno pero lo conseguí, básicamente un ayudante del párroco preguntó a quien le toca y yo dije que le tocaba al niño de detrás mio.... como éste no insistió demasiado en que me tocaba a mi pues así quedo la cosa...... A posteriori se descubrió el "engaño" y querían que repitiese la "celebración". No creo que estén esperándome a que vuelva.............
- Hará como 25 años más o menos, cuando aparecieron las primeras pizzerias a domicilio tipo telepizza, pizzaworld, etc., nunca me identifique con mi nombre real. Asociado al número de teléfono de mi casa (y de mis padres) vivía un tal Xavi Fernández (este nombre no tiene nada en especial, fue el primero que se me pasó por la cabeza el primer día que llamé pidiendo una pizza). La verdad es que fue algo totalmente inconsciente, en las sucesivas ocasiones si que ha sido de forma intencionada. A día de hoy lo sigo haciendo cuando llaman de cualquier call center ofreciendo loquesea a un precio irresistible.
- Actualmente mi nombre es más o menos conocido, pero os aseguro que tiempo atrás era casi imposible que a alguien ni siquiera le sonara. Esto facilitaba las cosas porque al pronunciar mi nombre escribían de todo menos eso, algunos ejemplos: Etkart, Elgar, Esgart, etc. A día de hoy tengo algunos cabroncetes como amigos que me siguen llamando "Ijnart". Al igual que hay gente que se ofende por si le escriben el nombre de forma errónea os aseguro que yo estaba encantado de que mi nombre fuese de cierta manera "manipulado".
- Otra costumbre que tenía era la de firmar de distintas formas, tenía la firma “auténtica” y otras aleatorias según el día. No obstante, esta iniciativa tuve que dejar de ponerla en práctica no hará mucho cuando en una ocasión hubo un pequeño problema con la entidad bancaria al retirar cierta cantidad de dinero. Aquel día estaba despistado y firmé con la que no tocaba....... la verdad es que me costó bastante convencer al director de la sucursal (no se trataba de la habitual) ya que me quería retener hasta que llegará la policía.
En la actualidad estoy seguro que todo lo anterior puede ser hasta razonable pero hace 25 años os aseguro que hasta yo mismo me sorprendía de mis "pensamientos". En esa época ni conocía lo que significaba la privacidad, ni había oído hablar ni nada similar. Simplemente tenía presente que determinada información relativa a mi persona no debía tenerla ni conocerla según quien.
La evolución de este planteamiento, y que en ocasiones como esta despierta de nuevo en mi interior, es la posibilidad de “desaparecer” de la sociedad. He pensado muchísimo en como se podría llegar a no constar en ningún sitio, algo similar a un “apagón de la identidad”. Hará como 2 años se publicó esta noticia que me dio esperanzas de nuevo....... no obstante este tema da para otra entrada :-)
CITA DEL DÍA: "El umbral de seguridad aceptable no existe".
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